martes, 28 de abril de 2015

Mi pequeño yo


Quisiera que me amaras una vida entera, pero no sé cuánto vaya a vivir, la vida suele ser tan larga como muy corta, depende del lente del que la posea, mi lente mi buen estimado esta averiado, no puedo ver los colores de la primavera (si alguna vez tuvieron color), los otoños son tan cortos como largos los veranos, la acera grita por el invierno como grita por el verano en el invierno, como puede que estén mis palabras heridas a la hora de ser concretadas.
Quisiera que me vieras volar sobre las sombras, pero es inútil querer arrastrarte hacia mi interior, cuando ni yo mismo puedo sobrevivir dentro, me golpeo entonces la cabeza contra el pecho y espero a oír una señal, una latido más o un latido menos, ¿podría marcar entonces la diferencia entre esta estación con la otra?
Mi voz a veces se pierde entre murmullos agudos, puedo voltear la mirada cuando quiebras la calle, puedo estacionar mis ojos en un punto equidistante y volver a hacerme el muerto cuando salgas, podría entonces maquillar la entrada para que sientas que nunca estuve ahí, inflamar mis mejillas para que el oxigeno se comprima en mis pupilas, dominar el entusiasmo y acelerar en un abismo para no ver la caída.
Quisiera que encontrarás en uno de los pequeños actos imitativos la realidad de mis pensamientos, la silueta divagadora de las enfermedades que en mi corazón se aprisiona, pero vuelvo entonces mis pasos hacia atrás, hacia el camino menos iluminado de las esquirlas de mi negación, de los desordenes mentales, donde guardo parte de mi delirio lacónico, de mis instintos que me hacen más humano y que pierdo con el paso de las manecillas del tiempo.
Quisiera que me odiaras una vida corta, porque no deseo que me odies una vida entera, la vida es demasiado preciosa para guardar rencor, y aunque mis posibilidades son muy remotas, no quisiera volver a encontrar una excusa para amarte, solo el silencio de dos desconocidos me consuela, consuela a mi pequeño yo,

Alguien

miércoles, 22 de abril de 2015

El cuervo posado


El cuervo posado, uno de mis antiguos dibujos.

viernes, 3 de abril de 2015

La espera

Dedicado a Edgar Allan Poe.


Era el día más frío, la noche más oscura
El miedo más profundo, cuando arribé solo,
Plagado de miserias, toque a la puerta
Una voz grave y seca, me respondió:

-No se encuentra.
-Podría esperarla.
Ante aquella puerta, ante aquel silencio
Que se precipita; sobre mi sombra, su dueño.

-No se encuentra.
-¿Tardara demasiado?
Sobre el tapete, sobre lo incierto
Que me escalaba; sobre mis rodillas, su cuerpo.

-No se encuentra.
-Podría entrar.
Bajo aquel pórtico, bajo aquella menguante
Que no ilumina; sobre mi forma, su figura.

-No se encuentra.
-¿De verdad?
En la espera, en los sueños
Que me jalan; sobre mi cabeza, su soporte.

-No se encuentra.
Era el día más frío, la noche más oscura
El miedo más profundo, cuando desfallecí  solo,
Plagado de miserias, frente a la puerta.