viernes, 25 de septiembre de 2015
sábado, 29 de agosto de 2015
Carta a la superación
Hoy desperté sin ganas de vivir, condenada a una agonía quebrada que me lleva a meditar cada segundo, cada micro segundo de este terrible tiempo, de las antenas dobladas en los tejados, de un picaporte que no he observado, en especial de ti.
Creo que me estoy acostumbrando a la vida monótona que se perfila y ajusta a mi piel, las carencias ya no me abruman y los deseos ya no me seducen, acabo el día e inicio la noche, a veces soy susceptible a voltear, a grabar escenas que olvidaré la mañana que viene.
Esta no parece una carta de superación, me dije que escribiría una, pero mis palabras no se prestan a escribir una, así que opte a la mejor opción, escribirle una carta a la superación y decirle, me superé, acabo de elegir el suicidio en cámara lenta; vivir, cuando no deseo vivir.
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viernes, 21 de agosto de 2015
La dedicatoria
¿Quién escribió el libro dónde aparece tu nombre?
No puedo negar que quizás lo hice adrede y, que pueda volver a repetirlo otra vez.
Cómo se supone que gano así.
Y el nombre se quedó... fue una grabación estúpida de mi memoria.
El libro me es indiferente, lo odié apenas leí el nombre.
Solía pensar que la dedicatoria debía tener un destinatario en específico.
No me agrado el título, el autor debe de ser un estúpido... y la dedicatoria también lo es.
Cuándo un libro se hace por su dedicatoria, será mi nombre.
No lo es.
Las acciones son interesantes en las líneas primeras de la vida.
Te odio. Odio ese bendito libro, Odio a su tonto autor. Odio su dedicatoria.
Fuera del título no hay nada más... los personajes.
¿Hay personajes?
El editor me pregunto lo mismo y no supe que decir.
Mala trama, mala novela.
Mal la persona que escribió mi nombre en la dedicatoria, es una persona cruel.
Denúnciela.
Habrá tiempo. Solo sus líneas en la dedicatoria me dolieron.
¿Leíste la novela?
Solo tenía un par de hojas... aburridas, solo repetía una cosa.
Tu nombre, solo escribí tu nombre. Y ahora todos los lectores me odian, los críticos me odian, el editor me odia, y tú me odias aún así.
¿Quién escribió el libro dónde aparece mi nombre?
Yo, el estúpido fui yo.
No puedo negar que quizás lo hice adrede y, que pueda volver a repetirlo otra vez.
Cómo se supone que gano así.
Y el nombre se quedó... fue una grabación estúpida de mi memoria.
El libro me es indiferente, lo odié apenas leí el nombre.
Solía pensar que la dedicatoria debía tener un destinatario en específico.
No me agrado el título, el autor debe de ser un estúpido... y la dedicatoria también lo es.
Cuándo un libro se hace por su dedicatoria, será mi nombre.
No lo es.
Las acciones son interesantes en las líneas primeras de la vida.
Te odio. Odio ese bendito libro, Odio a su tonto autor. Odio su dedicatoria.
Fuera del título no hay nada más... los personajes.
¿Hay personajes?
El editor me pregunto lo mismo y no supe que decir.
Mala trama, mala novela.
Mal la persona que escribió mi nombre en la dedicatoria, es una persona cruel.
Denúnciela.
Habrá tiempo. Solo sus líneas en la dedicatoria me dolieron.
¿Leíste la novela?
Solo tenía un par de hojas... aburridas, solo repetía una cosa.
Tu nombre, solo escribí tu nombre. Y ahora todos los lectores me odian, los críticos me odian, el editor me odia, y tú me odias aún así.
¿Quién escribió el libro dónde aparece mi nombre?
Yo, el estúpido fui yo.
viernes, 24 de julio de 2015
Mi nombre es...
(...) ¿Quiénes se creen que son esos padres que condenan a sus hijos a cadena perpetua tras los barrotes de las letras? "¿Por qué no te cambias el nombre?, decían algunos (...). Por que no sirve de nada. El nombre te sigue con el doble de vergüenza si intentas librarte de él. (...). Llevaba media vida con ese nombre. Faltaba poco para que empezara a gustarme. Eso era lo peor.
El hermanastro de Lars Saabye Christensen.
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domingo, 19 de julio de 2015
miércoles, 24 de junio de 2015
Donde todo comienza
Abre puerta a la noche,
mira el disturbio en sus ojos,
complicada línea
complicados colores
de una narcosis finita.
De cuerpos abrazados,
traspasados en sus vientres,
insignificada morada
insignificados tormentos
que se consumen.
Guarda recuerdo mustio,
duelo de las hojas rosáceas,
acostumbrada clausura
acostumbrados momentos
de caricias taciturnas.
Ven, encuentro vago,
complicadas acciones funestas
insignificadas tradiciones
acostumbradas a inmolar,
el cuerpo frío, la puerta.
mira el disturbio en sus ojos,
complicada línea
complicados colores
de una narcosis finita.
De cuerpos abrazados,
traspasados en sus vientres,
insignificada morada
insignificados tormentos
que se consumen.
Guarda recuerdo mustio,
duelo de las hojas rosáceas,
acostumbrada clausura
acostumbrados momentos
de caricias taciturnas.
Ven, encuentro vago,
complicadas acciones funestas
insignificadas tradiciones
acostumbradas a inmolar,
el cuerpo frío, la puerta.
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viernes, 12 de junio de 2015
Para Owen
Mi amigo
Si solo hubieras dado la vuelta, si solo lo hubieras intentado... estaría dejando de buscar en los muros de la pizarra la verdad, la palabra o el pequeño acto con que te golpeé. Pero no puedo nadar sobre una superficie vacía, como tu corazón. Sabes, quise ser la persona más buena que había sobre la tierra y, quería que me vieras como siempre yo te vi, mi amigo... mi gran amigo.
Pero no estoy domesticada, no sé como se hace... hubiera querido hacerlo bien, me destruye cuando me pierdes como si fuera parte de esta fría construcción, me vuelvo nada... te dije una vez que odio ser nada, aun así me hiciste sentir como si fuera nada. He golpeado mi cabeza contra mi pecho, pero el suplicio lo llevo dentro, he abierto una herida que nunca va a cerrar, te lo juro, no cerrará.
Tengo los pies sobre una tierra helada, tengo la vista sobre sombras que llamamos los otros, ya no veo la forma de la sonrisa, y cuando me hablan de amor, no te miento... no siento nada. Ayer te vi en el cuerpo de otro, sentí tanto miedo que quise desaparecer, quise correr al vientre de mi madre... pero no puedo volver, era más seguro allí, yo era más humano... yo era más feliz.
Ahora, no lo sé. A veces hace frío afuera, a veces veo parejas abrazarse en las calles... me pregunto que será de mí. No le tengo miedo a la soledad y lo sabes, sabes que una vez te lo iba a decir, comiendo aquella pizza que no comimos, caminando por aquella calle que nunca transitamos y, cambiando aquellas palabras que nunca dijimos; lo sabias, siempre odie estar sola.
La verdad, siempre estuve sola pero nunca me sentí tan vacía como ahora, nunca tuve que ocultar mi cara debajo de las sabanas para que mis padres no me oyeran llorar, nunca tuve que esperar temblando de miedo, en medio de desconocidos, no me agrada los lugares llenos, pero estuve ahí, no me gusta sentirme así, no me gusto... no te miento, sentí mucho miedo de estar ahí.
Fue cuando me di cuenta de lo que en verdad era, era un monstruo tratando de arreglar lo destruido, lo siento, siento que hallas sido solo una imagen modélica de mi malestar. A veces aun lloro, a veces creo verte de nuevo, y se me encoge el corazón cuando sé que no te perdí, porque nunca fuiste mi amigo, me perdí yo... perdí lo que verdaderamente yo era.
Si solo hubiera fingido hasta el final, no estaría tratando de reconciliarme conmigo misma, podría ver el mundo con los ojos de la vida, podría ver un futuro prometedor, pero no puedo... ya nada existe para mí afuera, solo me queda seguir y esperar a que la mano divina escriba mi final, no fuiste tú quien me apuñalo por la espalda, fui yo... siempre supe que sería así.
Cuando creí que podía hacerlo todo, cuando tenía el sueño de que volaba alto siempre termino estrellándome contra el pavimento, nunca fui de las chicas de la que se enamoran, nunca viví realmente una vida maravillosa, solo viví. Terminé siendo una autómata, buscando algo que perdí no me acuerdo cuando, pero que ya no le importa encontrar.
Tuve el presentimiento que pronto encontraría mi verdad, esta aquí... justo debajo de mis pies, pronto lo haré realidad y cuando pueda entonces volver a volar te podré ver, espero volverte a ver, y espero que cuando me veas, me veas verdaderamente. Solo así podré girar a la izquierda y hacer como si nunca te hubiera visto, y volver a sonreír, así solo dure unos segundos.
Y no volver a repetirlo.
Atte.
Charlotte
miércoles, 27 de mayo de 2015
Negación
Y los libros
me negaron sus estrofas
Para tener que
inventarme algunas propias,
Y las palabras
se cambiaron el sentido
Para no darle
motivo a lo que escribo,
Y la
inspiración maldita me dejo sin tino
Para denigrarme
como poeta maldito.
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martes, 28 de abril de 2015
Mi pequeño yo
Quisiera que me amaras una vida entera, pero no sé cuánto vaya a vivir, la vida suele ser tan larga como muy corta, depende del lente del que la posea, mi lente mi buen estimado esta averiado, no puedo ver los colores de la primavera (si alguna vez tuvieron color), los otoños son tan cortos como largos los veranos, la acera grita por el invierno como grita por el verano en el invierno, como puede que estén mis palabras heridas a la hora de ser concretadas.
Quisiera que me vieras volar sobre las sombras, pero es inútil querer arrastrarte hacia mi interior, cuando ni yo mismo puedo sobrevivir dentro, me golpeo entonces la cabeza contra el pecho y espero a oír una señal, una latido más o un latido menos, ¿podría marcar entonces la diferencia entre esta estación con la otra?
Mi voz a veces se pierde entre murmullos agudos, puedo voltear la mirada cuando quiebras la calle, puedo estacionar mis ojos en un punto equidistante y volver a hacerme el muerto cuando salgas, podría entonces maquillar la entrada para que sientas que nunca estuve ahí, inflamar mis mejillas para que el oxigeno se comprima en mis pupilas, dominar el entusiasmo y acelerar en un abismo para no ver la caída.
Quisiera que encontrarás en uno de los pequeños actos imitativos la realidad de mis pensamientos, la silueta divagadora de las enfermedades que en mi corazón se aprisiona, pero vuelvo entonces mis pasos hacia atrás, hacia el camino menos iluminado de las esquirlas de mi negación, de los desordenes mentales, donde guardo parte de mi delirio lacónico, de mis instintos que me hacen más humano y que pierdo con el paso de las manecillas del tiempo.
Quisiera que me odiaras una vida corta, porque no deseo que me odies una vida entera, la vida es demasiado preciosa para guardar rencor, y aunque mis posibilidades son muy remotas, no quisiera volver a encontrar una excusa para amarte, solo el silencio de dos desconocidos me consuela, consuela a mi pequeño yo,
Quisiera que me vieras volar sobre las sombras, pero es inútil querer arrastrarte hacia mi interior, cuando ni yo mismo puedo sobrevivir dentro, me golpeo entonces la cabeza contra el pecho y espero a oír una señal, una latido más o un latido menos, ¿podría marcar entonces la diferencia entre esta estación con la otra?
Mi voz a veces se pierde entre murmullos agudos, puedo voltear la mirada cuando quiebras la calle, puedo estacionar mis ojos en un punto equidistante y volver a hacerme el muerto cuando salgas, podría entonces maquillar la entrada para que sientas que nunca estuve ahí, inflamar mis mejillas para que el oxigeno se comprima en mis pupilas, dominar el entusiasmo y acelerar en un abismo para no ver la caída.
Quisiera que encontrarás en uno de los pequeños actos imitativos la realidad de mis pensamientos, la silueta divagadora de las enfermedades que en mi corazón se aprisiona, pero vuelvo entonces mis pasos hacia atrás, hacia el camino menos iluminado de las esquirlas de mi negación, de los desordenes mentales, donde guardo parte de mi delirio lacónico, de mis instintos que me hacen más humano y que pierdo con el paso de las manecillas del tiempo.
Quisiera que me odiaras una vida corta, porque no deseo que me odies una vida entera, la vida es demasiado preciosa para guardar rencor, y aunque mis posibilidades son muy remotas, no quisiera volver a encontrar una excusa para amarte, solo el silencio de dos desconocidos me consuela, consuela a mi pequeño yo,
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miércoles, 22 de abril de 2015
viernes, 3 de abril de 2015
La espera
Dedicado a Edgar Allan Poe.
Era el día más frío, la noche más oscura
El miedo más profundo, cuando arribé solo,
Plagado de miserias, toque a la puerta
Una voz grave y seca, me respondió:
-No se encuentra.
-Podría esperarla.
Ante aquella puerta, ante aquel silencio
Que se precipita; sobre mi sombra, su
dueño.
-No se encuentra.
-¿Tardara demasiado?
Sobre el tapete, sobre lo incierto
Que me escalaba; sobre mis rodillas, su
cuerpo.
-No se encuentra.
-Podría entrar.
Bajo aquel pórtico, bajo aquella menguante
Que no ilumina; sobre mi forma, su figura.
-No se encuentra.
-¿De verdad?
En la espera, en los sueños
Que me jalan; sobre mi cabeza, su soporte.
-No se encuentra.
Era el día más frío, la noche más oscura
El miedo más profundo, cuando
desfallecí solo,
Plagado de miserias, frente a la puerta.
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